El Buen Camino, por Manuel Gálvez


Mi alma atormentada pasó por la caverna


del mundo, ciega y sola, sin sol y sin mañana.


Sintió el búho fatídico y el llanto que consterna,


y el dolor de encontrarse de otras almas lejana.






Sufrí de ensueño y de pensar mi angustia eterna


y de mi soledad y mi muerte temprana,


y llegué hasta el abismo en mi inútil linterna


desesperadamente buscando un alma hermana.






Anduvo mi alma a tientas y se creyó perdida,


pero de pronto vio fenecer su dolor.


Fue mi precoz angustia para siempre abolida.






Y era que al indagar en mi enigma interior,


comprendí que tenía un motivo en mi vida:


seguir el apacible sendero del amor.


 
 
 
 
Manuel Gálvez

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