Leonardo Castellani - De Kirkegord a Tomas de Aquino (Fragmento)



“Por lo demás, varios poetas románticos alemanes estaban en la ruta de la conversión al catolicismo, como Kirkegord; así Federico Schlegel después de la publicación de Lucinda; o sea, a punto de entrar en el plano religioso rompiendo la existencia poética. Don Juan y Ashaverus se pueden convertir; Fausto, o sea el hombre ético corrompido no se puede convertir. La desesperación es la enfermedad de muerte; pero es también el remedio. Sto. Tomás de Aquino coincide radicalmente con esta doctrina sobre los poetas en estas tres afirmaciones:
1º) “La poesía es uno de los caminos del conocimiento; el inferior entre todos”.
2º) “La poesía y la teología se tocan en un punto; en que ambas usan símbolos; aunque no del mismo modo”.
3º) “La poesía no es instancia suprema, y se extravía si no se pone bajo otra instancia superior…”
¿Cuál es entonces LA EXCELENCIA DE LA POESÍA de que hablan los filósofos? Algunos santos la han cultivado y algunos hombres doctos y muy serios…
Simplemente, que ella es capaz de levantar el corazón. ¿Adónde? Adonde tienes tu TESORO.
San Juan de la Cruz cayó en éxtasis al escuchar una copla amorosa:

Si amores pueden matar
Agora tienen lugar

Es decir, que los (pocos) santos que fueron poetas, destruyeron su poesía primero (ilusión primera) por medio del entendimiento; y después la resucitaron convertida en religión (ilusión 2ª).
Pero este don de hallar y crear ilusiones es peligroso para el poeta como hombre, si no es capaz de gran entendimiento. Todo hombre dotado del don poético (que es independiente de la inteligencia, según el ION de Platón) debe dedicarse cuanto antes a los estudios más austeros o a una vida de las más arduas, K. alaba desto a Goethe en su primer libro; más tarde se desdijo desa admiración.
La poesía es la ilusión antes del entendimiento, la religión es la ilusión después del entendimiento”.
Si quieren un ejemplo de la ilusión antes del entendimiento les leeré el último grito o graznido de la poesía argentina.
Yo, que soy el que ahora está cantando,
Serle mañana el misterioso, el muerto,
El morador de un mágico desierto
Orbe sin antes, ni después ni cúando.

(Solamente Dios es “sin antes, ni después ni cúando”: ni el hombre ni el ángel ni la Creación ni el Cielo ni el Infierno son así. Y Dios no es un “desierto mágico”).

Así afirma la Mística Me creo
Indigno del Infierno o de la Gloria

(O sea, digno del Limbo; en el cual siempre has vivido).

Pero nada predigo. Nuestra historia
Cambia como las formas de Proteo…

(Sin embargo, al final del soneto, predice).
¿Qué errante laberinto, qué blancura
Ciega de resplandor será mi suerte
Cuando me entregue el fin desta aventura
La curiosa experiencia de la muerte?

(La muerte es todo lo contrario de “curiosa”. Y como ven, se predice aquí la gloria; pues ¿qué otro puede ser una “blancura ciega de resplandor”? Anoser que sea pura logomaquia).

Quiero beber su cristalino Olvido
Ser para siempre; pero no haber sido.

(Y aquí predice el Infierno; pues ha topado la palabra de Cristo sobre Judas: “más le valiera no haber sido”; pero no obstante “será para siempre”, pues el no haber sido está puesto en subjuntivo imposible).
Como ven el pobre Borges intenta expresar por medio de imágenes un poco disparatadas su desesperación de impío trivializándola; es decir tratando de pintarla baladí: “indigno” – “nada predigo” – “sombras de Proteo” – “Laberinto errante” – “aventura” – “experiencia curiosa” – “olvido cristalino”, todas cosas juguetonas que terminan con esa involuntaria evocación de la desesperación sin fin de no querer ser sí mismo y no poder dejar de serlo… una de las variedades de “desesperación estudiadas por K. en su famoso <>”.
Por supuesto que el plano estético no abarca solamente a los desesperados y a los poetas románticos; K. describe solamente los tipos cumbre, previniendo al mismo tiempo que los “estéticos” no se pueden bien definir, porque son informes.
Entran en este vastísimo corral todos aquellos cuyas vidas no están presididas por el intelecto, sea teorético sea práctico; y en modo especial lo que se llama hoy “la masa”, o sea todos aquellos que viven del todo o casi en “Lo general”; es decir que han descendido un grado o varios grados a la animalidad; puesto que el “género” en el hombre es “animal”.
Son los que llama el hinduísmo “tamásicos”; que no pueden vivir vida racional si no son llevados de arriba, por el ejemplo, enseñanza, formación; e incluso coacción. Cuando falta la dirección de arriba, el “pueblo” o la “muchedumbre” desciende pesadamente y se convierte en masa; en ese estado de suyo incapaz de ética y de religión seria; tienen que salir primero de allí y volverse individuos; o como diría Sto. Tomás, personas.
Platón dijo que el mayor bien que se puede hacer a un hombre es sacarlo del error a la verdad… K. dice que el mayor beneficio es sacarlo de hombre-masa a individuo; y es realmente mayor, porque ese estado de “hombre masa” es estado de confusión, la cual es peor que el error, porque es el mantillo de todos los errores. “Como gusano vil ne carne muerta”, en la masa vive y medra el politiquero; el cual se suyo no es un director sino un masificador. No hace política sino una parodia de la ética, por eso tantos dellos toman aspecto de santones. Es esencialmente un mistificador y un farsante. También la prensa diaria por regla general vive y medra en la masa, “como gusano vil en carne muerta”.
La igualdad es el dogma de la masa – y del comunismo. Lo que el comunismo da como supremo invento y progreso, para el cristiano va de suyo, la igualdad de los hombres – ante Dios. Pero suprimiendo a Dios, queda suprimida la relación de mutuo respeto a lo humano y sustituida por la relación del temor a lo animal; pues las mayorías no tienen sobre el individuo ninguna ventaja si no es la fuerza animal. De ahí que estemos delante de la peor tiranía, la tiranía de las mayorías. Vamos a un tiempo en que solamente habrá dos hombres libres, el Tirano y el Mártir.
En 1848 cuando en pos de Francia toda Europa se revolucionaba hacia la “democracia” K. escribió en su Diario más o menos lo mismo o en el mismo sentido que San Martín escribía a Rosas.
“Esto no va a cambiar para nada a Europa, por lo menos para mejor: el problema de Europa no es político sino religioso. Ahora todos los problemas se van a resolver cambiando de ministerio. Antes si las cosas iban mal había un culpable, Cristián VIII; ahora Cristián VIII, rey constitucional, (irónica designación) es irresponsable; y también los ministros una vez que caen, pues desaparecen como en una calesita – para reaparecer luego con otra cartera en otro ministerio. Ahora las cosas tienen que ir de bien en mejor, porque todos somos irresponsables. He aquí un texto: (fin de 1848, prefacio no publicado a Dos trataditos éticoreligiosos).
“Por toda Europa, con un espíritu profano de insolencia y de confusión y con las velocidad progresiva de la pasión desatada, se han descarriado en problemas que no tienen otra solución que la religiosa, y a los cuáles sólo el cristianismo puede zanjar, como los ha zanjado desde antiguo… Con la entrada del 4º estado; es decir, la pretensión de todos a resolver el problema de la igualdad mutua en medio de la profanidad, de lo terreno; es la igualdad mutua en medio de la profanidad, de lo terreno; es decir, en medio de lo que es peor por esencia lo diferenciado – aun cuando todo tráfico cesara en Europa porque hubiera que patalear en la sangre; aunque cuando los ministros no durmieran por romperse la cabeza; aun cuando cada día 10 ministros perdieran la razón para que 10 otros al día siguiente llaparan en el punto dejado por los otros para perder a su vez la razón… con la entrada en juego del 4º estado, no se avanzará ni un solo paso real, pues un obstáculo eterno se interpone… El problema es de orden religioso; es un problema cristiano y el cristianismo lo ha resuelto hace mucho…
“No sé cuánto durará el período de convulsiones… Toda combinación nueva (que en estilo hegeliano se vuelve un nuevo parágrafo) ahora en estilo moderno se vuelve un nuevo ministerio… Esta época recuerda de muchos modos la de Sócrates (salvo que ella será mucho más apasionada y violenta, puesto que es la época de la sofística de la violencia…) pero no tendrá nada de socrática…”
(Diarios, Tisseau, 1848)

Como ven, K. fue “conservador”, no como los conservadores argentinos sino más bien como los nacionalistas: fue monárquico, antiliberal y jerárquico. Visitó tres veces (no con muchas ganas) al rey Cristián VIII y de su última visita nos dejó larga relación: el filósofo entendió al Rey, pero el Rey no entendió al filósofo. Dejó un retrato muy  fino de los reales consortes, Enero de 1849, un año después de enterrados: no muy admirables ambos pero respetables; un mediocre, pero educado para su oficio: en suma, dos hombres éticos. Les llevaba sus libros, que ellos no leían o no entendían: no les pidió nada, no aceptó nada, no volvió a verlos.
Para K. Mynster representaba mucho más en Danesia que Cristián VIII.

De modo que lo que hoy sucede en la Argentina (que pide más bien observadores irónicos que discutidores vociferantes) fue visto venir por K. antes que por Maurras o por Castellani: o sea el advenimiento desastroso del plebeyismo. Y antes de todos estos, hace más de dos siglos por Tapparelli D’Azeglio entre otros, por ejemplo; y antes todavía por Platón.

Ojo con el plebeyismo. El fondo o género del animal racional es la animalidad; de modo que todos llevamos en el fino fondo de nuestro ser natural la semilla del plebeyismo; y hoy día muchísimas gentes mucho más que la semilla.
De manera que no hay remedio sino el religioso – dijo el danés. Pero no cualesquiera religioso, sino lo religioso genuino. Porque al final, todo este barullo nació de una religión no genuina; es decir, una herejía.


Castellani, Leonardo: De Kierkegord a Tomas de Aquino, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1973, pp. 160-163 

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