Rubén Calderón Bouchet - Esperanza, historia y utopía (fragmentos)

Revelación bíblica e historia


“La actitud histórica del pueblo de Israel es la primera en romper el círculo clauso donde se mueve el hombre antiguo. Israel nace a la historia bajo la presión de la promesa de Yahvé. Esta promesa, un tanto vaga e imprecisa en sus comienzos, adquiere en el proceso histórico de este pueblo mayor consistencia. Anuncia el tiempo del Mesías, el rey salido de la raza de David que ha de colmar la esperanza de sus fieles dándoles la posesión de un reino sin desmedro.
Esta creencia – escribe Servier – anima una concepción nueva de la ciudad. Ya no es el trazo de un círculo mágico para reintegrar el hombre al universo y aprisionarlo en sus ritos. Librada de toda muralla religiosa, la nueva ciudad es la reunión de los hombres que la empuja hacia el futuro, hacia el gran acontecimiento previsto por la promesa.
El pacto de la “alianza” establece la realización efectiva de ese gran suceso. ¿En la historia o allende la historia? La respuesta a esta pregunta escindirá en dos talantes opuestos el pensamiento religioso de inspiración bíblica: el milenarismo carnal con su esperanza puesta en la realización histórica del reino, o la interpretación sobrenatural del mensaje de Cristo con su promesa del Reino esjatológico para los elegidos.
El choque trágico de ambas concepciones se hace sentir durante la vida misma de Cristo y posteriormente dividirá las civilizaciones de inspiración cristiana – y por su mediación el mundo entero – entre los que esperan la solución del enigma de la historia de un esfuerzo titánico del hombre y aquéllos que ponen su esperanza en la realización del reino esjatológico que Dios instalará definitivamente al fin de los tiempos.
Antes de examinar la índole de las esperanzas desatadas por la tradición bíblica, conviene reflexionar un poco sobre la fe, como base de la esperanza y luego sobre la esperanza misma tomada en su doble aspecto humano y teologal.”

Calderón Bouchet, Rubén: Esperanza, historia y utopía, Dictio, Bs.As, 1980, p.p. 34-35

(…)

“La esperanza esjatológica o teologal tiene su fundamento en la fe y vale en tanto la fe misma confirma su posibilidad sobrenatural y mi conducta religiosa me hace acreedor de ella. La esperanza mundana se torna utópica cuando se funda en un futuro que el sujeto mismo de la esperanza considera inaccesible. Es una esperanza delegada en otros y por ende siempre postergada. Por lo demás, toda esperanza mundana que pretenda ser definitiva es necesariamente utópica.”

Calderón Bouchet, Rubén: Esperanza, historia y utopía, Dictio, Bs.As, 1980, p. 48

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